Aprendizajes Esperados: Comprender que las Guerras Mundiales tuvieron características distintivas sin precedente dada su escala planetaria, la movilización de la población civil, el número de víctimas, la tecnología utilizada y los efectos en el reordenamiento político internacional.
I. El mundo antes de la Gran Guerra
La configuración de Europa en los años precedentes a la Primera Guerra Mundial puede ser resumida de la siguiente forma:
· Estados Liberales:
§ Repúblicas: Francia (imperio colonial en expansión)
§ Monarquías Constitucionales: Reino Unido (pretendía mantener la supremacía mundial) y Alemania (desde 1890 es agresiva y expansionista)
· Estados Absolutistas:
§ Monarquías absolutas: Imperio Austro-Húngaro (intentaba expandirse hacia los Balcanes) e Imperio Ruso (expansión en Asia Central y Extremo Oriente, además del apoyo Serbia y Bulgaria en los Balcanes)
Gran Bretaña era conocida como el “taller del mundo” y gozaba de ser su principal centro financiero, aunque también su población sufría de un gran descontento por los problemas sociales y, no menor, el problema del nacionalismo irlandés (católicos). Mientras tanto, Alemania se situaba como la primera potencia militar de Europa gracias a su industria metalúrgica y armamentista y a una población unida bajo el proyecto de un gran imperio alemán; y el Kaiser Guillermo II, sin que el parlamento (Reichtag) pudiese tener control sobre él, amenazaba con declarar la guerra a los ingleses. Francia quería una revancha contra Alemania por la derrota sufrida en 1871 que significó la pérdida de los territorios de Alsacia y Lorena.
El Imperio Austro-Húngaro sufría de importantes divisiones nacionalistas. El Imperio Ruso, finalmente, era la potencia más grande pero más débil: en 1904 habían perdido la Guerra Ruso-Japonesa, conocida como el “invierno de miserias”, y en 1905 sufrió una gran oleada de huelgas; en fin, su sociedad sufría un gran descontento.
Fuera de Europa, Estados Unidos y Japón igualaban en poderío a las grandes potencias europeas. Ambas se disputaban el dominio del Pacífico.
Gran Bretaña, Alemania y Francia eran naciones consideradas “desarrolladas”, principalmente por haber experimentado el proceso de industrialización, logrando conquistar mayores territorios (en Asia y África), constituyéndose como las principales potencias europeas y disputándose la supremacía del mundo. Esto, a diferencia de España, Italia, Portugal, Rusia y Austro-Hungría, que eran consideradas como naciones “débiles”, dependientes de la agricultura y sin grandes territorios colonizados.
El imperialismo europeo se consolidó una vez que la necesidad de materias primas por parte de las grandes potencias industriales motivó una segunda oleada colonizadora, hacia fines del siglo XIX. Aunque aparentemente estable, aquél proceso sembraba el descontento de poblaciones lejanas a las metrópolis, iniciando un afán de revolución que se sumó a los nacionalismos europeos, configurando un escenario de probables enfrentamientos.
Luego de la Guerra Franco-Prusiana (1871) se inició en Europa un nuevo sistema de alianzas defensivas, que se conocería como “paz armada”:
1) La Triple Alianza fue conformada por las potencias centrales: Alemania, Austro-Hungría e Italia. Esta alianza, creada por Bismark en 1882, tuvo inicialmente un carácter defensivo, aunque con el Kaiser Guillermo II tomó un carácter expansivo.
2) La Triple Entente fue conformada por Gran Bretaña, Francia y Rusia. Pese a que Rusia era una tiranía contraria a los ideales de libertad, por su alianza con Francia pronto fue incluida en la Entente.
II. El Inicio de la Primera Guerra Mundial
El conflicto inminente fue finalmente desatado en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, cuando el heredero del trono austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando de Habsburgo cayó víctima de un terrorista serbio (un nacionalista identificado con el nombre de Gavrilo Princip). Pero como es natural, las causas de la guerra eran más profundas, consistían fundamentalmente en 3 antagonismos:
· Entre Alemania y Francia se mantenía una enemistad territorial, acentuada por la derrota francesa de 1871 y la pérdida de Alsacia-Lorena. Fuera de Europa, Alemania y Francia también se disputaban Marruecos, lo que se conoció como “crisis marroquí”.
· Entre Alemania e Inglaterra se disputaban la hegemonía industrial, colonial y armamentista (marcada por el rearme marítimo).
· Entre Austro-Hungría y Rusia existía una disputa por el dominio de los Balcanes. No debemos olvidar que la Primera Guerra Mundial surge a partir de un conflicto previo marcado por las Guerras Balcánicas, una serie de enfrentamientos diplomáticos y militares desplegados entre 1912 y 1913, en los cuales Serbia, Bulgaria, Grecia y Montenegro, apoyados por Rusia, se enfrentaban a los imperios Austro-Húngaro y Otomano (luego los turcos serían expulsados de los Balcanes y Bulgaria, para dominar su territorio, se volvería contra Serbia y Grecia, pero terminaría derrotada).
Luego del atentado en Sarajevo, el Imperio Austro-Húngaro le declaró la guerra a Rusia el 1 de agosto de 1914, transformándose el conflicto en un enfrentamiento armado a escala europea. Primero, el Imperio Austro-Húngaro le declara la guerra a Serbia, a quien se apresuró a culpar del magnicidio, y Rusia, que se había erigido como la campeona de los países eslavos, proclamó la movilización general. Alemania, que había dado seguridad de apoyo a su aliado en caso de conflicto, envió un ultimátum a Rusia, y otro a Francia como advertencia, y finalmente la declaración de guerra a ambas potencias. En tanto, Gran Bretaña vacilaba en comprometerse con sus aliados, pero reaccionó cuando Alemania le exigió Bélgica para el paso libre de sus tropas. En suma, al iniciarse el conflicto, el sistema de alianzas entró en funcionamiento, y quedaron bien determinados los dos bloques antagónicos.
III. El Desarrollo de la Primera Guerra Mundial
Durante el desarrollo de la guerra la estrategia bélica transcurrió en tres direcciones: la ruptura (el ideal de los jefes militares, aunque requería gran cantidad de material y tropas), el desgaste (doblegar la voluntad del enemigo, no conquistar terreno ni romper líneas) y la diversión (intentar atraer al enemigo a otros puntos, reclutando nuevos aliados y creando nuevos frentes). Cada estrategia caracteriza una fase distinta de la guerra.
1. Guerra de movimientos: se denomina así a la serie de operaciones desplegadas en 1914 por Alemania, con el objetivo de eliminar la amenaza francesa y para luego concentrarse en derrotar a Rusia. La estrategia aquí era la ruptura. Esta guerra se desató en dos frentes:
1) Frente Occidental. Los alemanes diseñaron una estrategia racional conocida como el Plan Schlieffen, en el que, para evitar una guerra en dos frentes, era necesario aniquilar al ejército francés atravesando Bélgica, violando su neutralidad. Aunque en sus inicios tuvo éxito (incluso el general Von Moltke, optimista, envía tropas a apoyar el frente oriental), el plan finalmente fracasó. Al otro lado de la frontera, el general Joffre aprueba el Plan XVII, una estrategia bastante ilusa que pretendía atacar directamente y vencer al ejército francés en los bosques de Lorena. Pese a las imperfecciones tácticas de aquél plan, la capacidad de mando de Joffre lo hizo reaccionar, replegarse y preparar con calma un ataque por el flanco desde París, y de esa manera lograr el éxito sobre el ejército alemán (batalla del Río Marne).
2) Frente Oriental. Al otro lado de Europa, los rusos invadieron Prusia Oriental, derrotando a los austriacos en Lemberg, y a pesar de las victorias alemanas en Tannenberg y los Lagos Masurianos (por parte del general Hindenburg, quien recibe tropas desde el optimista frente occidental), el Imperio Austro-Húngaro pierde Serbia y Galitzia.
El fracaso de la guerra relámpago planeada por Schlieffen condujo a una estabilización de los frentes, abriendo paso una nueva fase conocida como Guerra de posiciones o Guerra de Trincheras.
2. Guerra de posiciones: como consecuencia de la guerra relámpago iniciada por los alemanes el año 1914, los frentes se estabilizan y se inicia una serie de operaciones caracterizadas por el sistema de trincheras, entre 1915 y 1916. Los alemanes, una vez fracasada su ofensiva inicial, se atrincheraron en el Frente Occidental para proteger sus posiciones, mientras concentraban su fuerza ofensiva en el Frente Oriental, contra Rusia. Según sus planes, una vez derrotados los rusos, sería momento de eliminar a franceses y británicos. La estrategia esta vez era el desgaste, esencialmente en territorio francés y belga, y que produjo un elevadísimo número de bajas y arruinó la moral de los soldados. Las tropas se vieron obligadas a luchar durante meses en penosas condiciones en las trincheras, bajo la constante acción de la artillería, rodeados de alambradas, enfangadas en terrenos infectados de roedores y sometidas a la insistente acción de las armas automáticas y los nuevos ingenios bélicos (lanzallamas, gases, etc.) Alemania luchaba en territorio enemigo, por lo que su industria y minería pudieron seguir funcionando.
Para romper las líneas enemigas y desestabilizar el curso de la guerra, Alemania atacó a los franceses en Verdún, quienes resistieron el ataque, pero ambos bandos sufrieron miles de bajas (“invierno de Verdún”). Luego, franceses y británicos inician la ofensiva en el Río Somme, con resultados similares para todos los ejércitos.
En el Frente Oriental el ejército ruso se veía debilitado, aunque los alemanes no pudieron avanzar debido a las tempestades; y en el mar del norte, en 1916 se produce la Batalla de Jutlandia, con victoria de la flota alemana sobre la flota británica.
Se habla de una Tercera fase de la guerra, marcada por una etapa de crisis política en Europa hacia 1917: en Gran Bretaña los laboristas abandonan el gobierno, tomando el mando David Lloyd George. En Francia, los soldados se amotinaron y no combatieron, y se le confía el gobierno a George Clemenceau. El Imperio Austro-Húngaro sufre reivindicaciones nacionalistas de húngaros, eslavos y checos (crisis que se acentúa con la muerte del emperador Francisco José en 1916). En Rusia el descontento de las tropas y la población aumentó tras las derrotas militares y la falta de abastecimiento, ocasionando la Revolución Rusa de 1917 (firmó el armisticio con Alemania: Paz de Brest-Litovsk), Rusia se retira de la guerra, perdiendo Finlandia, Lituania, Letonia, Estonia y parte de Polonia, y dejando libre el Frente Oriental. Alemania, que estaba a favor de la guerra, concentraría sus fuerzas esta vez en el Frente Occidental.
Surgieron voces buscando la paz, como la del presidente Wilson o al del papa Benedicto XV, pero no fueron escuchadas. Finalmente se impone la idea de continuar con la guerra.
El año 1917, mientras Rusia se retiraba de la guerra, se incorporaban Grecia y Estados Unidos, inclinando la balanza a favor de la Triple Entente, abriendo un nuevo frente en los Balcanes y, más decisivo aún, irrumpiendo en la guerra una potencia de gran poder económico, demográfico y militar.
IV. El Fin de la Primera Guerra Mundial
Los alemanes se ven reforzados por las tropas del Frente Oriental, y confiados lanzan una ofensiva sobre el Río Somme, en Flandes y en Champagne. Pero sin provisiones ni descanso las tropas alemanas se debilitan y no pueden resistir la contraofensiva francesa, y que en conjunto con las tropas estadounidenses al mando del general Foch (más los tanques y aviones británicos) logran el triunfo sobre las tropas alemanas en la Segunda Batalla del Río Marne. El ejército alemán comenzó a ceder, sufrió numerosas deserciones y finalmente se vio obligado al repliegue. A su vez, en los Balcanes, los franceses derrotan a Bulgaria y los británicos derrotan al Imperio Otomano, y en el frente alpino los italianos derrotan al Imperio Austro-Húngaro. Las Potencias Centrales caían ruidosamente, mientras tropas estadounidenses seguían llegando por el océano. Luego de ser derrotados definitivamente en Amiens, los alemanes se ven obligados a capitular.
Se firma una paz de compromiso, que resulta ser un tratado frágil, fuente de futuras dificultades.
V. Las Consecuencias de la Guerra: los problemas de Versalles (1919)
La diplomacia europea se fundamentaba en la propensión humana al conflicto, que había que combatir o equilibrar. Sin embargo, el Presidente Wilson postula la idea de la “autodeterminación” y “seguridad colectiva”, desconocidas en Europa. Así, Wilson exigía la paz como concepto jurídico, siendo necesaria una institución internacional que velara por ella. Wilson planteó los objetivos de la declaración de guerra de Estados Unidos en sus famosos catorce puntos, que inspirarían la creación de la Sociedad de las Naciones.
Al conjunto de tratados que siguieron al fin de la Primera Guerra Mundial se les conocen como La Paz de París (1919-1920), que llevaron a cabo las potencias vencedoras con las potencias vencidas: con Alemania en Versalles, con Austria en Saint-Germain-en-Laye, con el Imperio Otomano en Sevrés, con Hungría en Trianon, con Bulgaria en Neuilly-sur-Seine.
El Tratado de Versalles, demasiado punitivo para ser conciliador y demasiado benévolo para impedir que Alemania se recuperara, condenaba a las exhaustas democracias a ejercer una vigilancia constante y coaccionar permanentemente a una Alemania irreconciliable y revisionista. La cláusula 231 (que dejaba a Alemania como la gran culpable de la guerra) fue considerada con posterioridad como un “error psicológico”, pues las sanciones morales tocaron hondo en el pueblo alemán: para Wilson y sus seguidores “alguien” debía ser culpable de todos los males, y ese “alguien” debía ser castigado.
Los creadores del Tratado de Versalles lograron lo contrario de lo que se propusieron: intentaron debilitar a Alemania en lo físico, pero lo fortalecieron en lo geopolítico. A la larga, después del Tratado, Alemania se encontró en una posición más favorable para dominar Europa, rodeada de Estados pequeños y novatos, y en cuanto se librara de los grilletes del desarme se encontraría capacitada para volver con fuerza. “Vinimos a París confiados en que estaba a punto de establecerse un nuevo orden; salimos de allí convencidos de que el nuevo orden simplemente había estropeado el antiguo” (Harold Nicolson).
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